Teniendo en mente la carrera de diseño para la comunicación gráfica y a raíz de un suceso conocido a nivel mundial fue que en 2001 decidí utilizar la palabra “Anthrax” como marca y estandarte para mis proyectos de dibujo, ilustración y diseño, marca que eventualmente se volvería un pseudónimo. Desde entonces, éste alias, agresivo e incomodo para muchos, escondería un mensaje que, a lo largo de los años, fue emergiendo más o menos a flote; un paradójico mensaje que, partiendo de un diseñador, incitaba a cuestionar los propios efectos que generan el diseño y la comunicación mediática sobre la mente de las personas. Las alegorías y simbolismos que he utilizado a lo largo del tiempo como “Anthrax” encierran crítica, sátira y humor negro, empleando una máscara antigás como la representación sarcástica del humano que se protege a si mismo previniendo una catástrofe (algo que de hecho ocurrió en 2001) y que también ha fungido como icono o elemento identificador para las personas que siguen mi trabajo como artista gráfico.

Después de casi 22 años y de los distintos rubros profesionales que he transitado como artista, puedo decir que “Anthrax” ha sido un personaje que, además de representar la rebelión, el cuestionamiento y la burla, ha servido como un propio recordatorio sobre la delgada línea entre la realidad y la ilusión. 

Hace dos años, publiqué mi libro “Arcanum XIII” haciendo una imaginaria colaboración entre mi propia persona, Joaquín Ochoa González, y “Anthrax”; así, escritor e ilustrador, publicaron “juntos” un libro que contenía, en fondo, el MENSAJE que siempre quise compartir con los demás. 

En verdad “Anthrax” es un invento, un personaje, un mero traje, ciertamente paradójico, como todo creador que, creando, se llega a confundir con su creación. 

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